top of page

Cada pucho está sumando consecuencias a futuro

  • Foto del escritor: LALCEC Argentina
    LALCEC Argentina
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

Alexandra tiene 41 años, es abogada y antropóloga y hace casi un año le diagnosticaron cáncer de mama. Empezó a fumar en la adolescencia, como algo natural, pero su vínculo con el cigarrillo cambió con el tiempo. En esta entrevista cuenta cómo fue dejarlo, por qué es un proceso difícil, y qué herramientas la ayudaron a sostener esa decisión.

Su historia forma parte de la campaña Pulmones ATR, que busca visibilizar las voces de quienes dejaron de fumar, para inspirar y acompañar a quienes están atravesando una situación similar.


¿Cuándo empezaste a fumar? ¿Recordás por qué lo hiciste?

Yo empecé a fumar alrededor de los 15 o 16 años. Empecé porque todos fumaban. Era cool, era interesante ser adolescente y fumar. Además, en ese momento, resultaba un poco disruptivo ser una chica y fumar.



¿Durante cuánto tiempo fumaste?

Fumé muchos años. Fumé durante toda la carrera. El pucho se convirtió en mi gran compañero de la facultad, mientras yo estudiaba Derecho. Y seguí fumando después, por mucho tiempo. Afectó mi salud. Creo que por haber empezado tan chica, ya alrededor de los 23 o 24 empecé a sentirme ahogada, cansada. Empecé a notar el efecto físico del cigarrillo. También empecé a sentir el efecto de no poder parar de fumar. Con el que estaba apagando uno, ya estaba prendiendo el que venía.



¿Cómo fue el proceso para dejar de fumar?

Dejé de fumar hace bastante tiempo, alrededor de unos ocho años. Pero después, en un momento de ansiedad, volví. Fumaba mucho menos, pero igual fumaba. Siempre tenía miedo de volver a fumar como antes, que era una locura.


Definitivamente dejé de fumar hace casi un año, con el diagnóstico de cáncer de mama. Fue con dificultad, sobre todo porque cuando hay búsqueda de placer, y el cigarrillo produce placer, es difícil dejarlo.



¿Fue una decisión personal o lo hablaste con tus médicos?

Me lo recomendaron mis médicos. En particular, uno de ellos me hizo una explicación muy completa sobre las causas del cáncer de mama. Fue bastante inesperado en mi caso, porque no tengo antecedentes genéticos familiares. En esa conversación larga, entendí cómo las condiciones de vida también influyen.

Ahí me cayó la ficha. Entendí perfectamente la vinculación entre el consumo de cigarrillo y el cáncer. Cualquiera sea el tipo de cáncer.


Por supuesto que hay algunos más directamente relacionados, como el de pulmón, pero entendí cómo puede influir el consumo de tabaco en cualquier diagnóstico. Y ahí encontré una relación directa con el mío.

La decisión de dejar fue mía. Me diagnosticaron cáncer y decidí cortar. Con dificultad, por supuesto. Porque no es fácil, sobre todo cuando una tiene una relación que considera “buena” con el cigarrillo. Pero creo que hay un impulso vital que pesa más. Y decidí dejarlo.



¿Qué herramientas te ayudaron y te ayudan en este proceso?

Busqué información en internet. Me anoté en una charla en LALCEC sobre cesación tabáquica. Eso sumó.

También sigo pidiendo ayuda a las personas cercanas que me rodean y fuman. Les digo: "Si te pido un pucho, no me lo des." Pedir ayuda. Socializar lo que te pasa. Eso ayuda mucho.



¿Qué diferencias encontrás entre la primera vez que dejaste y esta última vez?

Sí. La primera vez que dejé de fumar fue en la cancha. Estaba subiendo la tribuna y llegué muy cansada, me sentí ahogadísima. Ahí fue cuando dije: acá se corta. Y lo corté de golpe. Sin recaídas ni nada.


Pero esa vez fue sin mucha reflexión. No me hice todas estas preguntas que me hago ahora. Fue un impulso: me sentí mal, soy joven, lo dejo. Pero no hubo una reflexión sobre a posteriori. Hoy a mí me dan ganas de fumar. Todavía me dan ganas. Me pasa cuando estoy en ambientes donde antes fumaba. Me agarra eso de ay por favor, ¿qué hago con estas ganas? Pero bueno, estoy en ese proceso. Lo sigo transitando.



¿Qué le dirías a alguien joven que está empezando a fumar o que cree que no es tan grave?

Le diría que hay efectos. Es muy difícil dejar de fumar cuando produce placer, lo entiendo totalmente. Pero es importante que esa persona que está empezando o se está haciendo la pregunta no pierda de vista que hay consecuencias.


No es que uno se fuma un pucho y no le pasa nada al cuerpo. El organismo siente el efecto. Siempre.


Y si uno tiene presente que cada cigarrillo tiene una consecuencia, creo que eso puede ayudar. Sin culpa. Porque la culpa no ayuda.


Pero sí tener claro que, con el paso del tiempo, los efectos se sienten más. Y es más difícil revertirlos.


Y cuando te enfrentás a una situación límite —puede ser un cáncer, un asma crónica, lo que sea—, el pucho no te sirve de nada. Al contrario. Cada cigarrillo que fumás suma consecuencias a futuro. Siempre.


Mirá el video completo:



Comments


bottom of page